Unirse a
weltwärts
Unirse a
weltwärts
Siete meses pasaron volando desde el primer día que pisé suelo Alemán. Llegué llena de expectativas, sueños, esperanzas, prejuicios y llena de energía para dar lo mejor de mí en este proyecto de vida, mi servicio de voluntariado.
Alemania me impresionó desde el primer momento. Cuando estaba en el avión sentí un alto nivel de ansiedad en mi cuerpo, claro que era porque no sabía qué me estaba esperando del otro lado del charco. Pero desde el primer momento que llegué a Alemania, me sentí como en casa. IN VIA, mi organización de acogimiento, nos estaba esperando en el aeropuerto. De ahí tomamos un tren a Colonia, y en ese recorrido apreciando los paisajes por la ventana, conversando con los demás voluntarios, me di cuenta que por fin estaba ahí. Parecía un sueño, pero no lo era.
Después de dos semanas de seminarios, empezamos a trabajar. Mi proyecto es como el detrás de escena de todos los demás proyectos de voluntariados. Administración, finanzas, temas organizativos, un poco de comunicación, son las áreas en las que trabajo. Es como ayudar en la organización para que los demás proyectos trabajen de manera eficiente y funcionen. Es increíble todo el trabajo que concierne una ONG. Muchísima gente trabajando para que otros trabajos funcionen con el hermoso fin de: ayudar.
Mis tareas son variadas y eso es lo que más me gusta. Una de mis tareas es ayudar con las finanzas de dos proyectos, controlar en que se gastó la plata, donde fue destinada. Controlar las donaciones para los voluntarios, avisarles de su estado de donaciones y más. Otra de las tareas es ayudar con las aplicaciones de los futuros voluntarios, cuando hay seminarios de orientación para los alemanes que quieren viajar al exterior, ayudar con la organización, con el armado, formar parte de las actividades, hablar de mi experiencia como voluntaria, miedos, desafíos y de mi país.
Al principio fue difícil porque los alemanes trabajan en silencio total y en Argentina estaba acostumbrada a trabajar en un ambiente ruidoso, donde todos escuchábamos la misma música o simplemente hablábamos alto. Acá es completamente distinto y sí que fue difícil. Me sentía tensa porque además no entendía nada del idioma. Ahora que pasaron siete meses, me acostumbre a ese silencio y no solo eso, sino que también lo necesito en mi vida. El silencio fue un regalo para mí, porque hoy en día lo necesito para aclararme, para escucharme, para centrarme. No concibo mi vida sin este silencio que me permite escucharme a mí misma, que siento, que necesito. Este silencio que me permite ser consciente del presente y de lo que me rodea.
Mi equipo de trabajo es el mejor. Me han enseñado mucho y sobre todo han tenido mucha paciencia conmigo y el idioma. También les gusta aprender castellano y eso me parece super lindo, que se interesen en mi cultura. Considero que tuve mucha suerte, ya que con ellos no me siento una extranjera para nada. Al principio, sí que fue difícil con el idioma: querer entender los chistes, ser parte de la conversación. Al ser otro idioma sentía que no era natural, pero con el tiempo todo fue mejorando y hoy en día me siento más integrada, siendo naturalmente yo misma, y pudiendo ser parte de las conversaciones. Es un gran paso para mí. Gracias a ellos aprendí un montón de alemán. Y también aprendí que hay que ser paciente. Es un trabajo duro, pero vale la pena.
En cuanto a mi tiempo libre , tomo clases de Salsa una vez por semana y también hago Yoga con una compañera del trabajo. También me gusta quedarme en casa tranquila, practicando y aprendiendo con el ukelele, mirando alguna serie o ahora que el clima está lindo en Colonia, ir a andar en bici cerca del Rio, y parar en una playita a leer, estar acostada bajo el sol o tomar mates.
Nunca me gustaron las generalizaciones. ¡No escuches prejuicios, comunícate y ábrete a la gente local y ten tu propia conclusión!
Sobre la cultura al principio no entendía porque actuaban como actuaban. Me tocó enfrentar muchos falsos prejuicios que tiene la gente de Argentina. Por ejemplo, el típico comentario de “son frios”. Mi experiencia fue totalmente distinta a lo que me la gente me había comentado sobre las comunidades alemanas. La mayoría son todo lo contrario. En mi trabajo la gente es super expresiva, amable y amorosa.
Una vez caminaba por la calle con un mapa y un señor se paró en frente mío para preguntarme donde quería ir y me ayudó a ubicarme para llegar a la dirección. Otro día, en un tren una señora viejita se sentó al lado mío y me empezó a hablar de su vida y se mostró super interesada en mí y en Argentina cuando le dije que venía de ahí. Es cierto que no son igual de expresivos que nosotros, los argentinos, son distintos y está bien porque es otra cultura. Tienen su propia manera. Nunca me gustaron las generalizaciones. Pero ahora más que nunca. ¡No escuches prejuicios, comunícate y ábrete a la gente local y ten tu propia conclusión!
Claro que tuve y tengo momentos donde extraño a mi familia y mis amigos. Especialmente los Domingos, que pesan en cualquier parte del mundo creo yo. Pero todo esta tan bien encaminado que no hay mucho tiempo para extrañar. Me siento realmente feliz y agradecida con esta experiencia, con toda la gente que conocí, con todo lo que estoy haciendo.
Estos últimos años en Argentina no tuve mucho tiempo para mí. Esta experiencia llego en el momento justo. Me doy cuenta todo lo que crecí acá, todo lo que cambié. Estoy aprendiendo mucho de mí misma, estoy disfrutando mucho de mí misma, mis nuevos amigos y mi nueva visión de la vida. Mi cabeza ahora está todo el tiempo motivada, más abierta. Cosas en las que creía ya no las creo o cambie un poco la perspectiva, estoy creando nuevos conceptos de familia, de amistad de amor, es decir de vida.
En cuanto a mi vuelta a Argentina, aún no lo pienso mucho. Intento disfrutar el presente, aunque al mismo tiempo tengo muchas ideas para cuando vuelva. ¡Pero ahora estoy acá! Algo que aprendí acá también es que la organización ayuda mucho a ser eficiente, pero mezclo este aprendizaje con mi cultura Argentina y digo que : no todo puede planearse.