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Sofía, una voluntaria Sur-Norte del Paraguay, trabajó hasta febrero 2021 en el Café International de la comunidad evangélica de Düren, que ayuda a los refugiados y a los migrantes en cuestiones relacionadas con el derecho de asilo, el derecho de residencia y la asistencia social. Hemos recogido algunas impresiones sobre la asistencia que ella y su organización coparte, la Iglesia Evangélica de Renania (EKiR), prestan a los refugiados y en el ámbito de la migración.
El día a día de Sofía en el Café International era variado: sus actividades incluían elaborar con los trabajadores y trabajadoras sociales la lista de personas que acudían a recibir asesoramiento, preparar las bebidas que se servían en el café, abrir y cerrar el establecimiento y ayudar donde quiera que se la necesitara. En el trabajo, podía hacer uso de sus conocimientos lingüísticos, ayudar a traducir documentos o hacer de intérprete.
«Ya hablaba alemán antes de ir a Alemania. Además, soy profesora de inglés, mi lengua materna es el español y, como vengo de un país que linda con Brasil, entiendo bastante bien el portugués.»
Debido a su historia familiar, trabajar en el Café International se convirtió en una experiencia muy personal para Sofía: « La familia de mi padre es de ascendencia libanesa, la de mi madre es alemana, mis padres son uruguayos y mi hermano y yo somos paraguayos. A través del café, pude conocer a personas que se enfrentan a los mismos problemas que mis abuelos tuvieron antaño y mis padres siguen teniendo aún hoy: Problemas para adaptarse a una nueva cultura, hablar un idioma diferente, experimentar la burocracia de un país que no es el suyo, así como la discriminación y, sobre todo, la nostalgia. »
« Mi proyecto en Alemania y mi historia familiar tienen mucho en común. »
« En definitiva es difícil ser refugiado o inmigrante en cualquier país, y tenemos que empezar a destruir progresivamente esas barreras imaginarias que nos separan por etnia, religión y nacionalidad, entre otras cosas. »
Para la organización coparte EKiR, el intercambio con los voluntarios y voluntarias, así como las experiencias que estos y estas adquieren representan un valioso enriquecimiento para el proyecto. « Como organización coparte, valoramos mucho la colaboración con los voluntarios y voluntarias. Además del acompañamiento organizativo de los voluntarios y voluntarias, valoramos en especial medida los aspectos interpersonales. Las conclusiones de su reflexión sobre las situaciones vividas durante el voluntariado albergan un enorme tesoro también para nosotros. »
« Una y otra vez, se hace evidente que los voluntarios y voluntarias cuestionan, desde su nueva perspectiva, cosas que para nosotros se han convertido en parte de la vida cotidiana. Aportan una y otra vez su perspectiva, además de nuevos impulsos, a los proyectos de inserción. »
La pandemia de COVID-19 también ha planteado nuevos retos al Café International, ya que apenas fue posible operarlo en la forma habitual y los servicios de asesoramiento a los refugiados tuvieron que reducirse al mínimo o a formas alternativas. En los casos en los que todavía era posible ofrecer asesoramiento a los refugiados, Sofía pudo participar, por ejemplo, ayudando a las personas a pedir una cita con el médico o a rellenar formularios sencillos. También pudo acompañar a los trabajadores y trabajadoras sociales a un albergue de refugiados cercano, lo que le permitió aprender y ver muchas cosas.
Mirando hacia atrás, Sofía comenta: « El año de trabajo social en Alemania ha hecho que cambie mi visión, no solo de Paraguay, sino también de América Latina y la propia Alemania.»
« Las realidades son completamente diferentes, pero los sentimientos de la gente, su alegría, su tristeza, son los mismos. »
« Desde que regresé al Paraguay, no he vuelto a trabajar con refugiados. En mi país, no existe ningún centro social para refugiados o inmigrantes similar al que conocí en Düren », relata. Sin embargo, el servicio de voluntariado ha hecho que Sofía cambie de rumbo: « Sigo trabajando como profesora de inglés, pero doy clases particulares a niños de 3 a 9 años, ahora también en alemán. La experiencia adquirida con los idiomas me sigue animando a ser profesora de idiomas y a capacitarme para ejercer una actividad laboral en la comunidad.»