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México, un país polifacético: aprender de y con los demás

Phoebe

Lugar de prestación de servicios: Puebla, México

Organización: Kindermissionswerk «Die Sternsinger»

Phoebe Fiehn prestó sus servicios desde agosto de 2019 hasta marzo de 2020 en un hogar infantil, donde ayudó en la cocina y colaboró en las tareas escolares. Debido a la pandemia de COVID-19, tuvo que interrumpir su servicio antes de tiempo y no pudo permanecer en México hasta finales de julio de 2020, tal y como estaba previsto. En su informe, nos relata cómo fue para ella esa experiencia.

México es un país fascinante. Además de la comida súpersabrosa y la impactante cultura, me impresionó sobre todo la gente por su alegría de vivir y su calidez.

Ya han transcurrido dos años desde que me enviaron a México con el programa weltwärts para prestar allí mi servicio de voluntariado. Gracias a mi organización de envío, la obra de la infancia misionera «Die Sternsinger» y las obras misionales pontificas «missio», se encontró el proyecto ideal para mí: fui al hogar de niños «Hogares Infantiles y Juveniles Calasanz A. C.» en Puebla.

Un grupo de niños sentados frente a la entrada del hogar infantil y sonríendo a la cámara. En el centro se encuentra la voluntaria Phoebe.
Foto de grupo con los niños y el personal del hogar infantil

Desde el primer día, todo fue muy emocionante. Aterricé en la megalópolis de Ciudad de México, un lugar absolutamente impresionante. Nunca antes había visto tanta gente y calles tan transitadas. Y aunque llegué de noche, la ciudad parecía no dormir nunca. Podías comer tacos en casi cada esquina, rodeada de gente que bailaba y cantaba apasionadamente baladas mexicanas.

Una calle lateral con vehículos aparcados. Los postes y cables de electricidad atraviesan la calle.
Una calle de Tlalpan, Ciudad de México

«He hecho muy buenos amigos.»

En México, aprendí a amar la cultura de la danza. Existen multitud de bailes con tantos o más vestidos llenos de colores. También me impresionó sobremanera el choque entre la cultura prehistórica y la española en México. Junto a las ciudades coloniales dispuestas en forma de tablero de ajedrez, existen impresionantes pirámides mayas y aztecas, como la ciudad de las pirádmides Teotihuacán.

Paisaje panorámico con ruinas y una pirámide.
Teotihuacán, una de las ciudades en ruinas más famosas de América.

Pero lo que más me gusta es la calidez y la amabilidad de la gente, que enseguida te acoge en su corazón. Desde el primer día, estuve en buenas manos y me sentí increíblemente cómoda. He hecho grandes amistades que aún conservo y que se mantendrán también en el futuro.

Mis tareas en el proyecto

El hogar infantil consta de tres casas, en cada una de las cuales viven hasta diez niños, divididos según la edad. Me ocupé sobre todo de los niños más pequeños, de hasta doce años, y pude acompañarlos en su vida cotidiana, lo que me gustó mucho.

Las mañanas en el hogar infantil solían ser muy variadas. Como los niños iban a la escuela por las mañanas, en ese espacio de tiempo ayudaba a una empleada a recaudar donaciones para los niños en forma de ropa, comida o juguetes. Cuando no había que hacer recados por la mañana, se me permitía ayudar a preparar la comida en la cocina. Así conocí muchos platos mexicanos deliciosos, algunos de los cuales ya he preparado en Alemania.

Varios chicos forman un círculo, rodeándose con los brazos. Uno de ellos sonríe a la cámara.
Tiempo de ocio en el patio del hogar infantil

Después de recoger a los niños de la escuela a mediodía, comíamos juntos. Durante el almuerzo, siempre disfrutaba escuchando sus historias sobre lo que habían vivido en la escuela, que me contaban con entusiasmo. Después, disponíamos de tiempo libre, durante el cual les leía libros en voz alta o practicaba juegos de pelota con ellos. Los chicos no paraban de enseñarme juegos nuevos, que nos hacían reír mucho.

A continuación, ayudaba a los niños a hacer los deberes junto con una profesora. Logré enseñarles sobre todo algo de inglés, pero también pude ampliar sus conocimientos en otras materias escolares, como las matemáticas. Era especialmente gratificante ver cuando un niño progresaba y me lo mostraba con orgullo. Los viernes no solían tener deberes, por lo que a menudo íbamos de excursión a un parque o a una zona de juegos. A veces, pasaba los viernes con los chicos más mayores, con los que también me llevaba muy bien. Jugábamos a juegos de mesa alemanes y mexicanos, o nos íbamos a un campo de fútbol a hacer deporte.

Phoebe recostada contra un muro, con un niño en el regazo y otros tres sentados a su lado mirando a la cámara.
Tiempo de lectura

Disfruté mucho de mis actividades y pude integrarme bien en el proyecto. Especialmente el intercambio y el ambiente familiar en el hogar infantil hicieron que el tiempo fuera tan especial. Evidentemente hubo situaciones en las que no todo salió bien. Pero fueron precisamente estas situaciones las que me permitieron crecer y aprender a manejarlas mejor.

Son los encuentros, el aprendizaje mutuo y el conocimiento de una cultura completamente nueva lo que hace que el servicio de voluntariado sea tan emocionante. Lo que más me ha impresionado es la alegría de vivir y la actitud abierta de la gente, algo de lo que me he empapado y que gustaría conservar en el futuro.

Más información

Enlace a Kindermissionswerk «Die Sternsinger»:

MEIN EINE WELT JAHR | Kindermissionswerk und Missio

Enlace al proyecto:

Proyecto `Hogares Infantiles y Juveniles Calasanz A. C.`